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Ferrari avanza, pero aún no despega

El primer podio de Charles Leclerc en la temporada, conseguido en el Gran Premio de Arabia Saudita, deja una lectura más rica sobre la actualidad de Ferrari que sobre el resultado en sí. Aunque el tercer puesto representa una bocanada de aire fresco para el equipo italiano, también revela de forma muy clara las limitaciones estructurales del SF-25. El monoplaza mostró signos de competitividad en carrera, pero quedó expuesto en la clasificación, donde la falta de carga aerodinámica vuelve a condicionar las posibilidades reales del Cavallino. Leclerc, por su parte, manejó con inteligencia y sangre fría en Yeda, sacando el máximo provecho de un auto que aún necesita mejoras importantes para competir con los de arriba en igualdad de condiciones.

Durante la clasificación en Arabia Saudita, Ferrari fue superado claramente por Red Bull, McLaren y Mercedes, dejando al descubierto que el SF-25 todavía no está al nivel deseado en vueltas lanzadas. Sin embargo, en carrera se observó un cambio de ritmo que sorprendió incluso al propio equipo. Esta diferencia entre el rendimiento de sábado y domingo encendió las alarmas en Maranello, donde Frédéric Vasseur reconoció que aún no tienen claro el porqué del repunte competitivo en el primer stint de la carrera. La vuelta única sigue siendo un área crítica para Ferrari, y aunque la estrategia del domingo rindió frutos, el margen de maniobra para sostener ese rendimiento sigue siendo estrecho.

Uno de los factores que marcó la diferencia fue la forma en que Leclerc gestionó su primer stint. Al salir cuarto y quedar detrás de George Russell, el monegasco no forzó el adelantamiento, optando por mantener una distancia que evitara el efecto del aire sucio y, al mismo tiempo, redujera el desgaste de neumáticos. Esa decisión táctica resultó determinante. Con un ritmo contenido en las primeras vueltas, Leclerc pudo conservar sus gomas y lanzar un ataque más sólido cuando tuvo pista libre, bajando sus tiempos de forma progresiva y eficiente. Ese cambio permitió al SF-25 exprimir mejor su rendimiento, algo que Ferrari no había conseguido en Bahréin, donde el coche también mostró destellos antes de la intervención del Safety Car.

La clave del salto de rendimiento parece estar en la forma en que Leclerc y Ferrari manejaron el ritmo en las curvas, adoptando una estrategia conservadora al principio para luego liberar el potencial del coche cuando el aire limpio lo permitía. En la comparación con Verstappen, los datos telemétricos revelaron que el Ferrari era más rápido en las rectas, alcanzando picos de hasta 10 km/h por encima del Red Bull. Esa ventaja, sin embargo, no fue suficiente para compensar las pérdidas en curvas, lo que vuelve a poner en evidencia el déficit aerodinámico del SF-25. Lo positivo es que, al reducir el esfuerzo en los neumáticos en la fase inicial, Leclerc pudo extender su stint y mantenerse en ritmo competitivo frente a rivales como Norris.

Aunque Ferrari mostró señales de recuperación, el rendimiento en Arabia Saudita también sirvió para exponer otras variables en la parrilla. Mercedes, por ejemplo, sufrió con la degradación térmica y el blistering, dos fenómenos atípicos en un trazado como Yeda, donde el graining suele ser el mayor problema. Esto hizo que su rendimiento cayera dramáticamente, permitiendo a Ferrari consolidarse en el podio. Lo que queda claro es que ya no alcanza con trabajar en la puesta a punto del coche. El SF-25 necesita mejoras sustanciales si Ferrari quiere dejar de depender de circunstancias externas o decisiones estratégicas perfectas. El tercer lugar de Leclerc es un paso en la dirección correcta, pero también un recordatorio de que el camino hacia la cima sigue siendo largo.

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