Haas ajusta su diseño tras fallos en el capó

El equipo Haas ha afrontado algunos problemas en los entrenamientos de pretemporada con su nuevo monoplaza, el VF-25, luego de que el capó del motor se agrietara en dos ocasiones. Primero ocurrió durante el filming day en Silverstone y, posteriormente, en la tercera jornada de pruebas en Bahréin. Este incidente, que obligó a realizar ajustes de emergencia en el coche de Oliver Bearman, se debió a un enfoque agresivo en la búsqueda de soluciones aerodinámicas. A pesar del inconveniente, el equipo asegura que tiene identificada la causa del fallo y que implementará las correcciones necesarias antes del Gran Premio de Australia.

Haas, al igual que en años anteriores, centró su trabajo en tandas largas y simulaciones de carrera, sin enfocarse demasiado en vueltas rápidas con poca carga de combustible. Sin embargo, las dificultades técnicas impidieron que Bearman completara una vuelta representativa en este contexto. Durante su tiempo en pista, el piloto británico también sufrió daños en la parte inferior del coche y llegó a salirse de la pista, lo que requirió inspecciones exhaustivas por parte del equipo. En el tercer día de pruebas, el hundimiento del capó obligó a interrumpir su sesión, afectando la recolección de datos y forzando cambios en la configuración del monoplaza.

El director del equipo, Ayao Komatsu, explicó que los fallos en el capó del motor no fueron producto de un error fortuito, sino el resultado de un diseño que buscaba optimizar el rendimiento al extremo. La estructura del coche se había modificado con un enfoque más agresivo, lo que terminó comprometiendo la resistencia de ciertas áreas. Al identificar la causa del problema, el equipo confía en que podrá realizar los ajustes necesarios antes de la primera carrera de la temporada. Si bien las soluciones radicales pueden traer beneficios en términos de peso y aerodinámica, en este caso, el riesgo de fallo estructural demostró ser demasiado alto.

Uno de los aspectos clave en este tipo de problemas es la manipulación de los materiales, especialmente la fibra de carbono. Factores como el grosor de las capas aplicadas y la disposición del tejido pueden influir en la resistencia de los componentes. En este caso, el capó del motor no soportó la presión interna generada por el flujo de aire, lo que resultó en fracturas visibles en su estructura. El equipo deberá evaluar si es necesario reforzar la pieza sin comprometer el equilibrio del monoplaza, ya que cualquier cambio podría afectar su desempeño aerodinámico.

Con la temporada a punto de comenzar, Haas tiene el desafío de corregir estos inconvenientes sin perder competitividad. Si bien los fallos en la carrocería no representan una amenaza directa para el rendimiento en pista, su repetición en carrera podría generar problemas más graves. La escudería confía en que las modificaciones implementadas antes del Gran Premio de Australia solucionarán el problema y permitirán que el VF-25 funcione de acuerdo con las expectativas. Sin margen para errores, el equipo deberá encontrar el equilibrio entre innovación y fiabilidad para afrontar una temporada en la que cada detalle puede marcar la diferencia.