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Red Bull enfrenta serios problemas estructurales en 2025

El Gran Premio de Bahréin ha dejado en evidencia un panorama preocupante para Red Bull, mucho más allá del mal rendimiento puntual del RB21. Aunque hace solo una semana Max Verstappen dominaba con soltura en Japón, en Bahréin todo fue diferente. El equipo se encontró luchando por posiciones con Alpine y Haas, algo impensado para el actual campeón del mundo. La imagen de Jack Doohan entrando en zona de DRS detrás de Verstappen resumió bien la situación. Más allá del mal rendimiento en pista, las voces dentro del equipo comenzaron a dejar entrever una inquietud más profunda: los problemas estructurales detectados en 2024 no solo persisten, sino que parecen haberse enquistado.

La explicación inmediata apunta a las condiciones específicas del circuito y la carrera. En Suzuka, el clima fresco y las pocas zonas de adelantamiento ayudaron a esconder los puntos débiles del RB21. Por el contrario, Bahréin presentó el escenario perfecto para exponerlos: altas temperaturas y alto desgaste de neumáticos. Las paradas en boxes fueron erráticas y la clasificación del sábado fue caótica. Para un equipo acostumbrado a la perfección, este tipo de errores operativos es inaceptable, como lo reconoció Helmut Marko. Pero más allá de lo circunstancial, lo que más preocupa es que el auto muestra deficiencias bajo ciertas condiciones que antes no eran un problema para Red Bull.

Comparar el rendimiento de este año con el del mismo Gran Premio en 2024 deja en evidencia el retroceso. En aquella edición, Verstappen ganó con una ventaja cómoda de 25 segundos. Esta vez, terminó a más de 34 segundos del ganador Oscar Piastri, y eso incluyendo un coche de seguridad. Es evidente que McLaren ha dado un salto de calidad, pero también lo es que Red Bull ha perdido terreno. Christian Horner lo resumió al decir que el RB21 no es un coche bien equilibrado. Y sin equilibrio, los picos de temperatura y el desgaste de neumáticos lo convierten en un auto muy vulnerable.

La raíz del problema, sin embargo, no se limita a la pista. Horner admitió que las dificultades actuales son similares a las del año pasado. A pesar de haber implementado actualizaciones en Austin que ofrecieron mejoras parciales, el equipo no logró solucionar del todo los desequilibrios. Esto plantea una preocupación de fondo: ¿por qué el invierno no sirvió para corregir problemas que ya estaban detectados? La respuesta puede estar en las limitaciones presupuestarias y de desarrollo que impone la Fórmula 1 actual, pero también en la ineficacia de las herramientas internas del equipo.

Uno de los aspectos más alarmantes es la falta de correlación entre los datos obtenidos en el túnel de viento y el comportamiento real del auto en pista. Esta desconexión impide que las soluciones teóricas se traduzcan en mejoras prácticas. Horner utilizó una metáfora elocuente para describirlo: “Es como mirar dos relojes diferentes”. Aunque el equipo está utilizando ahora los datos de pista para guiar el desarrollo, esto representa una desventaja importante. Con el sistema actual de desarrollo aerodinámico, cada sesión de túnel de viento es valiosa, y Red Bull no está sacando provecho de su tiempo extra. Aunque hay esperanza de que esta ventaja técnica pueda aprovecharse en 2026 con los nuevos reglamentos, lo cierto es que para esta temporada las carencias del RB21 han quedado al desnudo.

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