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Russell cuestiona el rumbo de la FIA

La reciente dimisión de Robert Reid, vicepresidente deportivo de la FIA, ha provocado una nueva oleada de cuestionamientos hacia la gestión actual del organismo rector de la Fórmula 1. George Russell, piloto de Mercedes y presidente de la Asociación de Pilotos de Grandes Premios (GPDA), expresó su preocupación por lo que considera una deriva inestable dentro de la Federación Internacional del Automóvil. Desde su rol de representante de los pilotos, Russell ha sido una de las voces más críticas frente a la falta de transparencia y participación en la toma de decisiones, y su reacción ante la salida de Reid no hizo más que reforzar ese mensaje. La renuncia, según el propio Reid, responde a decisiones adoptadas sin respetar los procesos internos, lo que marca un punto de inflexión en la interna del organismo.

Durante una conferencia de prensa en Bahréin, Russell manifestó que la salida de Reid no lo tomó por sorpresa, aunque lamentó que alguien con tanta experiencia y respeto dentro del automovilismo se viera obligado a dar un paso al costado. “Cada vez que surgen noticias de ese tipo desde el lado de la FIA, dejan de ser sorpresivas”, sostuvo. Para el piloto británico, la gestión encabezada por Mohammed Ben Sulayem ha ido perdiendo el rumbo, haciendo oídos sordos a las inquietudes de los pilotos y, según él, desplazando los principios fundacionales de la organización. La falta de comunicación efectiva entre la dirigencia y quienes están en la pista parece haberse convertido en una constante que alimenta la desconfianza.

Reid ocupaba el cargo de vicepresidente desde 2021, y en su carta de despedida dirigida a los miembros de la FIA dejó clara su postura. Afirmó que había aceptado ese puesto con la intención de servir a los intereses del automovilismo y de sus actores, pero que con el tiempo se encontró con un entorno dominado por decisiones tomadas a puerta cerrada y fuera de los canales institucionales. Habló de una “erosión de los principios” y de una gestión que ya no representa a los miembros de la FIA, sino a intereses más concentrados en el poder. El texto difundido por Reid dejó en claro que su salida no responde a conflictos personales, sino a desacuerdos profundos con la manera en que se viene administrando la entidad.

La GPDA, que Russell lidera, ha intentado sin éxito establecer un canal de diálogo más directo con la dirigencia para tener voz en las decisiones que afectan la seguridad, la reglamentación y la estructura del deporte. Sin embargo, según el propio piloto, esos esfuerzos no han generado resultados concretos. La sensación entre los corredores es que sus aportes son sistemáticamente ignorados, lo que los deja sin herramientas reales para incidir en los cambios. Para Russell, el actual momento marca un límite: “estamos llegando a un punto en el que nuestras acciones ya no tienen impacto”, sentenció, en un claro mensaje hacia Ben Sulayem y su equipo.

El trasfondo de esta crisis institucional revela una tensión de larga data entre los intereses políticos de la dirigencia de la FIA y el deseo de los protagonistas del automovilismo de ser parte activa en la construcción del futuro de la disciplina. La renuncia de Reid no es solo un síntoma más, sino una advertencia directa sobre el rumbo que ha tomado la organización. Russell, en representación de sus colegas, reclama mayor estabilidad y una gestión que sea más inclusiva y transparente. De no producirse cambios en ese sentido, la desconexión entre quienes conducen el deporte y quienes lo representan en la pista podría profundizarse, afectando no solo la gobernanza interna, sino también la credibilidad de la Fórmula 1 como espectáculo y como industria.

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